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jueves, 29 de agosto de 2013

Primeras impresiones

Como habitualmente pasa cuando se comienza un blog de este tipo, las primeras entradas tratan más sobre la toma de contacto con el sitio que sobre temas concretos. Digo esto porque, aunque me encantaría contar con todo detalle las aventuras que tuve en la aduana en Philadelphia, lo agotador que es el jet lag, detalles sobre la comida americana... etc, no podría hacerlo de manera objetiva; así que compartiré con vosotros algunas instantáneas que he recogido a lo largo de estos días en la Universidad Colgate, concretamente 3 días y 3 noches, en las que la principal función ha sido conocer el sitio donde trabajaré, averiguar mis funciones, asegurar mi identidad americana y conocer la cultura que me rodeará durante los próximos 9 meses.

 

Madrid - Filadelfia fueron unas 7h y media, sólo permitían facturar una maleta de máximo 25kg, más el equipaje de mano que es el habitual 8maleta pequeña y bolso o mochililla). No tuve opción de vuelto directo hasta Syracuse, tuve que hacer escala en el aeropuerto de Filadelfia (que es donde tienen la sede US Airways) lo que conllevó pasar por la aduana, que a su vez conllevó que me levantaran el jamón que llevaba, o, como ellos lo llaman aquí, el "spanish salami". No sé si me dolió más perder el jamón o que le llamaran "salami".
Sea como fuere, está prohibido pasar una ristra de cosas importante a EEUU, entre las que no está incluida el aceite (me quitan el aceite y me doy la vuelta) Y que, siendo frívolos, no tienen porqué pillártelas si no dices que las llevas. Yo, para evitar problemas enseñé todo orgullosa mi trozo de jamón ibérico y tal cual hice semejante movimiento, el stereotipado policía africano-americano, llamado Carl, me lo levantó de las manos con energía, a lo que mi sistema inmunológico sólo pudo responder con el derramamiento de un par de lágrimas al verlo caer de lleno en un contenedor.

Al hallarme en el departamento de agricultura de aduanas, tuve que pasar mi maleta facturada por los rayos X con la mala suerte que descubrieron mi querido recipiente de aceite de la sierra de Cazorla. 
El aceite, por suerte, no está prohibido pero sí está registrado como "potencialmente peligroso" (¿?) así que tuve que sacarlo de la maleta y meterlo en una caja especial (que tuve que preparar yo, entre control y control... como para ir justa de tiempo en la escala) rellenar con cartones arrugados (uno a uno por mí, con mis manos manejadas por mi cerebro que, pese a ser las 6 de la tarde se pensaba que eran las 12 de la noche) en un embalaje un poco desproporcionado a mi parecer, pero según mi ya colega Carl, suficiente.


La llegada a Hamilton fue fantástica. El taxista de Colgate estaba esperándome con un cartel en la mano con mi apellido (mal escrito, para no perder viejas costumbres) y tras unos 45 minutos en coche, lloviendo a cántaros, con el taxista rajando por los codos y yo con el cerebro totalmente apagado (maravillas del jetlag) dimos una vuelta por el Campus, muy amable el taxista pero yo, he de reconocer, no me enteré de nada porque a duras penas abría mis ojos como para también abrir mis oídos, y me depositó junto con mis maletas, en un estado muy similar a éstas, en mi apartamento.

Todo un detalle fue el efusivo recibimiento que mi compañera china, Xuehan, me hizo con un plato de sopa de arroz, un huevo y una salchicha, al cual no pude rechistar por la educación europea que me caracteriza y haciendo uso de mis dotes de inercia humana, cené, mantuve una conversación con ella, se sumaron el intern alemán y la intern japonesa, cuyo nombre (Yui) me hizo muchísima gracia en ese momento por algún motivo que ahora desconozco,  y a duras penas me arrastré hasta mi apartamento depositando mi ya inerte cuerpo sobre la cama.

Me desperté a la "mañana" como a las 6, cosa que he repetido desde entonces, sólo que este primer día tenía las ventanas abiertas y llovía a mares. He aprendido a cerrar las ventanas aunque me haya costado una pequeña lesión en los lumbares. Una tiene ya una edad... y estas ventanas parece que llevan abiertas desde que se terminó el edificio. No sólo por lo duras que estaban si no por los habitantes que he encontrado habitando el marco de la ventana.

Alternando momentos de limpia exhaustiva (los que me conocéis sabéis que no puedo vivir en un sitio con una mota de polvo, y menos con los arañuscos que aquí había) y toda la burocracia que supone el trasladarse a un nuevo continente a trabajar, he concluido esta mañana las labores de asentamiento en mi nuevo ecosistema, lo que no me ha dado tiempo más que a retratar algunos parajes del campus.


De camino a la zona del Campus, cuyos límites no están definidos más que por la aparición de mantos de aterciopelado césped, el cual empiezo a plantearme si está prohibido pisar, se disfruta de una gran variedad de árboles y una descarada ausencia de flores silvestres, lo que me remite a la artificialidad absoluta que caracteriza este multi étnico país.

Árboles de aproximadamente un puñado de años, flanquean los caminos que llevan hasta la biblioteca a partir de la cual empieza la colina sobre la que se asienta el campus. Biblioteca estratégicamente colocada para hacer una parada técnica en su cafetería y tomar un café o chocolate (o sandwich de pavo marinado, según estómagos) para tomar fuerzas y continuar la subida hasta el corazón del campus donde se encuentran, bastante desperdigado para mi arquitectónico gusto, los edificios administrativos y educativos de la Universidad Colgate cada uno, como diríamos en mi pueblo, de su padre y de su madre. Podría ser una bella metáfora a la sociedad americana, caracterizada por la pluralidad social, pero eso es demasiado poético. Aquí parece no haber otra cosa.


Algunos de estilo más clásico, otros más modernos, otros totalmente inclasificables, es absolutamente imposible intuir lo que sucede dentro. El de la foto inmediatamente superior es uno de los dorms para los estudiantes de primer año también conocidos como refreshments por una razón todavía desconocida para mi persona pero que no tardaré en averiguar o, en caso de no tener una razón de ser, me la inventaré, así es como se hace la historia y qué mejor país que eeuu para hacer historia ;)


La aulas, al igual que todo lo que voy conociendo, no guardan ninguna coherencia unas con otras. Mesas diferentes, orientaciones diferentes, incluso mobiliario distinto, eso sí, en todas viene indicado el número de ocupantes máximo, no sé si habrán calculados los forjados justo para ese número de personas, hay que andarse con ojo no se vaya a colar un estudiante!


Tanta visita por la facultad no podía durar mucho estos primeros días en lo que el cometido es ponerse en movimiento con lo que he venido a hacer aquí que es trabajar. Así pues, nos enseñaron nuestro puesto de trabajo, una amplia mesa de despacho, mirando a la pared como buen becario, pero en un sitio de lujo; teléfono propio (cuya factura corre a cuenta de Colgate) para estar localizable en las horas de tutorías y un portátil nuevecito para ... no sé para qué, la verdad, pero yo supongo que me instalaré el autocad.


En algún momento hay que llevarse algo al estómago! Hace un bochorno de narices y la humedad relativa tan alta nos deja secos. Una visita al Frank Hall sobre las 12.15 pm reaviva nuestras funciones en un ambiente super muilti cultural y feliz donde nadie es ni feo ni gordo (bueno, algún gordi sí que hay...) Hemos hablado que quizá seleccionen a la gente... pero como esto es un blog objetivo imaginaos lo que queráis.


A este entretenido espacio para hincharse a comer nos invita también Colgate, nos proporcionan una tarjeta naranja (se llama así, además de ser de color naranja; los anglosajones son muy ocurrentes con los nombres) y ya me he percatado que los ingredientes son los mismos cada día salgo que alteran el orden. Aquí no les han enseñado eso de que el orden de los factores no altera el producto. Conclusión; comemos todos los días lo mismo.


Pero, he aquí las ironías de la vida, los Estados Unidos de América es un país de elección, está en tus manos! Esta foto que comparto a continuación es del póster que está justo detrás de la exposición de "comida del día" (foto de arriba) que me ha hecho partirme la caja esta mañana porque la elección es bastante reducida, dentro de la variedad.


Le dí una amable oportunidad al arroz que ofertaban, pero pese a mis entusiastas intentos, fue imposible que la degustación llegara más allá de probarlo "un poquito", porque sabía más a ajo que el ajoarriero de mi abuela Marisol. Lo más inquietante era que no pude encontrar ni rastro de algo que se asemejara al recurrente ingrediente culinario... oh yeah, bienvenido a los "alimentos" en polvo. This is America.


Algo que no cabe discutir por ser algo archiconocido en el mundo europero es el tema de las tallas (iba a escribir tamaños pero puede inducir a error) en EEUU; para que os hagáis una idea el tamaño pequeño de aquí es como un mediano de Europa, donde en Europa hay pequeño - mediano - grande, aquí hay pequeño - mediano - grande - combo. Creo que si a un americano le damos en el cine unas palomitas pequeñas nos las tiraría a la cara.
En la cafetería de la universidad no se cortan un pelo con los refrescos y han localizado sendas expendedoras de refrescos (con hielo incluido, la duda ofende) cuyo tamaño no es comparable con la del agua.
Desayunar, comer y cenar con Cocacola todos los días, ¿estamos locos?


Volviendo a casa, con el cuerpo molido de tanta cuesta (y un poco hambrienta, para qué nos vamos a engañar) sólo puedo alucinar en colores al ver un banco con servicio para coches. Foto que descansa bajo este párrafo. Es como un BancAuto... No sé... mi léxico no alcanza a describir lo que siento cuando veo que la evolución ha llevado a este tipo de cosas. Y digo yo ¿se podrá ir en bici? 


Para concluir esta extensa descripción, a la que espero alguien haya llegado aunque sea para que las gotas de colirio que me voy a tener que echar en los ojos después de estar más de dos horas pegada al ordenador con el cerebro seco porque todavía no sé en que hora vivo tengan, al menos, una excusa pertinente, os cuento que este año los interns vivimos en la hermosa casa que cierra esta segunda entrada del blog y que, para no ser menos icónico, es el teatro del pueblo! 
Vivo puerta con puerta con 4 salas de cine! de hecho, las salidas de emergencia de 3 de las salas dan a nuestro rellano el cual, además, huele siempre a palomitas de mantequilla. Por no decir que por la noche iluminan mi habitación los fluorescentes de la fachada. Mis ventanas son las tres de la primera planta a la izquierda del cartel según se ve en la fotografía. 
Me río yo del edificio Schweppes de Madrid.


Para racanear el escaso humor acuoso del que mis ojos disfrutan en este momento os contaré que justo debajo de mi casa para el autobús que por las noche lleva a los estudiantes de primeros cursos completamente alcoholizados a sus respectivos hogares, que habitualmente espera cantando canciones, hablando a voz en grito sobre cosas que ni ellos entiendes o liándose a tortas porque siempre hay alguna fiestera llena de energía que a cualquier hora le parece pronto marcharse a casa.


WELCOME TO THE USA!!


2 comentarios:

  1. Belén Torres: mucha suerte!!! que triunfes en los usas... aunque un sitio en el que no dejan entrar jamón y el aceite les parece potencialmente peligroso, parece aquejado de una gran falta de criterio...

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    1. Gracias Belén! La verdad es que casi me di la vuelta, pero le estoy dando una oportunidad ;)

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